Este tema lo vengo escuchando hace algún tiempo y creo que ahora en la situación de pandemia y cuarentena que nos encontramos me hace mucho más sentido. Se han dado cuenta la enorme cantidad de personas que han estado tomando clases online, o la cantidad de personas que ha comprado lana, que ha hecho que nuestras tiendas favoritas quiebren stock.
Bueno, yo he visto esto en la cantidad de personas que me han pedido clases de crochet. Gente que quizás el invierno pasado ni se acerco a una madeja de lana y menos a un crochet, pero ahora siente la necesidad de ocupar su tiempo, sus manos y su cabeza en otra cosa que no sea escuchar y ver las noticias del COVID.
Les voy a dar mi experiencia con respecto a esta cuarentena y el poder sanador del tejido y espero poder representar a alguna de ustedes.
Primero, es difícil para todos perder la rutina, y una vez que te amoldas un poco con tus tiempos y horarios aparecen las clases del colegio online. Donde claro los profesores pasan sus materias, pero es deber de una estar ahí para que tus hijos realmente se queden en la clase y no se pongan a ver videos en youtube.
El poder tener un espacio solo para ti y tus pensamientos, a quien no le ha pasado que ahora no tiene esos minutos que antes tenia para uno y sus pensamientos, es imposible, porque hasta el gato exige tu atención.
Bueno ya pasaste todo el día donde eres mamá, profesora, inspectora, enfermera, la tía del aseo y del casino de tus hijos. Y llega el momento que planificaste todo el día para sentarte, con un café y tu tejido, ese que tienes a medio terminar y que añoras terminarlo, ya que las fotos que han subido tus amigas tejedoras hacen que se vea un sueño. Y en ese momento termina tu marido de trabajar y quiere conversar todo lo que no ha conversado en el día y uno lo único que quiere es seguir contando los 600 puntos que tiene ese shawl.
Y eso que no considero aun los tiempos de trabajos, donde el celular se ha convertido en la extensión de tu mano y el notebook de la oficina es tu mejor amigo. Y para que vamos a decir lo contrario, los jefes están más pendientes de si uno esta conectado trabajando o no que cuando vamos a la oficina.
Dado esto necesitamos nuestro minuto y es el tejido el que nos relaja, nos desestresa y nos hace olvidarnos al menos por unos minutos que estamos con una pandemia y que lo único que deseas es que ninguna de las personas que queremos se contagie.
Finalmente te sientas, comienzas a tejer, y olvidas todo lo que has pasado a lo largo del día, el tejido se convierte en tu mantra y entras en estado de meditación, aunque sea por algunos minutos. Te sientes totalmente reconfortada y con el animo y la energía para sobrellevar un día más.
Si te sientes identificada con mi vivencia cuéntamelo, y si quieres contarme tu historia escríbeme a dana@lagataqueteje.com.